Si algo caracteriza a los padres del siglo XXI es el control de las actividades de sus hijos: siempre pendientes de sus múltiples actividades (con el paréntesis de la pandemia), hablan y se escriben muchas veces a lo largo del día para saber dónde están y qué hacen…y sus hijos intentan escapar de estos padres “helicóptero” todo lo que pueden, nada que no hayamos hecho antes los adultos cuando éramos adolescentes. La novedad de estos tiempos es que hay unos espacios donde están los hijos pero a los que los padres no tienen ni acceso, ni conciencia del alcance que tienen en ellos: son las Redes Sociales.
Hablamos habitualmente con padres muy preocupados por este asunto, por todo el tiempo que sus hijos están pegados a la pantalla, lo que les distrae de los estudios y de la vida familiar, y por supuesto de la falta de comunicación que adquieren cuando se meten en las redes. Y algunos, pero no todos, se preocupan también por el contenido que están recibiendo o enviando sus hijos. Además de todos esos peligros está la dependencia que se crea: ¿Enganchados? Un poco…
Nosotras lo vemos a diario con nuestros alumnos, sobre todo los adolescentes, mientras esperan para entrar en clase, o esperan a que les vengan a buscar, un ratito de móvil!, durante el tiempo de estudio muchos reconocen que lo tienen encendido y les distrae. Cada segundo reciben una notificación que deben atender, y así es imposible concentrarse, porque el móvil distrae cuando se está usando y cuando no también porque ocupa sus pensamientos, es un “arma de distracción masiva”. Y también sabemos que en los centros educativos (incluida la Universidad) en clase hay muchos alumnos metidos en whatsapp, facebook, instagram, twitter…y lo peor no es solo que pierdan el tiempo… lo peor es lo que pueden estar haciendo: recibiendo o enviando videos, conversaciones inapropiadas e incluso apostando; lo que es seguro es que la mayoría de ellos no tienen criterio para diferenciar si lo que están consumiendo o produciendo es perjudicial para ellos, ni conciencia de lo permanente de esas publicaciones…(todo queda en la nube) y aunque algunos lo sepan, no tienen las herramientas para apartarse de ello por sí mismos. ¿Algún padre o madre que esté leyendo esto le permitiría a su hijo, pongamos de 12 años, irse de vacaciones con varios desconocidos porque “él sabe que son de fiar”? Si la respuesta es no, ¿por qué entonces damos por sentado que son competentes para tener una vida totalmente independiente en redes sociales, sin supervisión y elegir amistades e influencias (youtubers, instagramers, twitchers…?
Muchos padres se sienten sobrepasados por este problema y se rinden. En primer lugar porque la sociedad está tan impregnada de él que es difícil luchar y en 2º lugar porque sienten que en este campo sus hijos saben mucho más que ellos, creen que, al haber “nacido” con las redes, están más preparados y , como ellos no las entienden del todo, les otorgan una autoridad que no todos se merecen. Me explico, no es lo mismo que tu hijo sepa arreglar cualquier cosa que le ocurra a tu teléfono en un momento dado, a que tenga las estrategias para saber manejar las redes y no ser manejado por ellas en cuanto al uso-abuso y, lo que es más grave, en cuanto a saber diferenciar entre contenido adecuado o inadecuado e incluso dañino para él.
¿Tirar la toalla? Nunca…¿empoderarse y prepararse para esta guerra? Eso es urgente y los padres tienen una herramienta muy valiosa que es la EDUCACIÓN. Y además…el propio Google que se ofrece a echarnos una mano:
- Hablamos de la Educación como principal arma contra esto porque lo hemos visto. Es la verdadera solución a este problema. Educar en el respeto, tanto el que deben tener hacia los demás como el que deben exigir hacia ellos mismos, la tolerancia, el criterio para distinguir lo que está bien y lo que está mal (os necesitan para esto, en las redes y en la vida) y, sobre todo, debemos educar en la realidad, debemos mostrarles que lo que muchas veces reciben no es la realidad: continuamente están consumiendo cuerpos “perfectos”, vidas de ensueño, éxito sin esfuerzo…y a veces…actos sin consecuencias.
Pero nosotras creemos de verdad en la fuerza de la Educación: durante este curso, tres chicas de entre 11 y 12 años, cada una por separado, nos han dado una gran lección y nos han hecho tener grandes esperanzas en esta generación. Ellas han frenado casos de mal uso o acoso en las redes de la mejor manera: pidiendo ayuda a los adultos, en este caso a su tutor o tutora del cole, que es donde estaba ocurriendo. Hace unos años esas chicas tal vez no hubieran sentido el respaldo para ir a contar que las estaban acosando, chantajeando o insultando en redes. Pero hoy sí, y es consecuencia de la Educación, y lo que podía haber terminado en una chica avergonzada o con problemas mayores, se ha frenado a tiempo, con el aprendizaje que ello supone para ellas y para los que estaban haciendo daño a otro, o a sí mismos. Pero mientras todo lo anterior va calando, tenemos que actuar:
- Pero antes de querer educarlos, los adultos debemos hacer un esfuerzo de autocrítica para poder dar ejemplo: No es un problema solo de los adolescentes, es un problema de la sociedad que afecta también a los adultos, a la seguridad vial, el rendimiento en el trabajo o comunicación familiar… https://aula2.com/enredadosquien-los-padres-o-los-hijos/. Nos está tocando pagar el pato a esta generación porque suponemos que la próxima estará más preparada para afrontarlo y lo primero es actuar en 1ª persona antes de pedir el esfuerzo a los hijos.
- Para poder ayudar a nuestros hijos con este problema, necesitamos COMUNICACIÓN: para conocerles y saber cómo utilizan las redes. Ellos van a intentar ocultarnos información para protegerse, por eso hay que fomentar el diálogo, sin invadir su intimidad. Y el diálogo no se improvisa ni está justo cuando lo necesitamos, hay que empezar cuando son pequeños, y todavía no lo necesitamos, cuando son ellos los que quieren contarnos cosas. Queremos retrasar que empiecen con las RRSS lo más posible y no queremos fomentar su uso, nos encantaría que nunca lo hicieran pero si cuando empiezan estamos con ellos y se acostumbran a compartirlo, aceptan que sepamos cuánto tiempo les dedican (se puede jugar a ver quien gana en menos tiempo de uso y para eso hay aplicaciones)….se creará un clima de confianza y se acostumbrarán a que sus padres estén también en ese mundo…aunque sea un poco.
- AUTORIDAD: Es una de las batallas que hemos perdido en esta generación y animamos a recuperarla. Los padres mandan en muchos aspectos de la vida y este es uno de esos, no vale que digan que “son cosas suyas y les den con la puerta en las narices”. El primer objetivo es poder controlar el tiempo que le dedican a las pantallas. Hace años se recomendaba poner el ordenador en el salón para poder ver lo que hacían y controlar el tiempo pero eso ya no vale: tienen el ordenador en el móvil y algunos hasta en el reloj! Además el hecho de que se haya normalizado el llevar el móvil siempre encima y que se haya convertido en una herramienta de trabajo para los estudiantes hace más difícil todavía quitárselos. Pero los padres tienen que poder decidir cuándo y dónde se puede usar y conseguir que eso se cumpla. Por eso es fundamental empezar cuando son pequeños, retrasar lo más posible el acceso a las nuevas tecnologías y, una vez que empiecen, ser inflexibles en la aplicación de las normas que se establezcan. Muchos lo hacen y hay distintas alternativas, lo importante es elegir una y hacer que se cumpla:
- Que lo tengan ellos pero prohibirlo en determinados momentos (las horas de comer, a partir de cierta hora de la noche, durante las horas de estudio o durante la semana). En esos momentos se puede confiar en ellos o quitar la wifi o los datos o ponerlo en modo avión.
- Que lo habitual sea no usarlo y acordar el tiempo de uso: 1 hora a la noche, o solo durante las horas de estudio y clase, o el fin de semana…
- Pactar un tiempo máximo de uso y que ellos elijan cuándo y para qué usarlo. Es la misma idea de darles paga para que aprendan a administrar su dinero. Esto puede ayudarles a responsabilizarse: no le quitas el móvil pero ellos saben que tienen un tiempo limitado y tienen que decidir en qué lo quieren usar y si abusan en algo prescindible, se quedarán sin tiempo cuando lo necesitan de verdad.
- Evitar usarlo como arma de premio o castigo, ya que generamos más atracción hacia él.
El segundo reto, además de controlar el abuso, es el control de los contenidos y contactos. Es importante dejar claro, que al igual que a determinadas edades los padres dan por sentado que deben controlar la vida de sus hijos, también deben poder controlar qué hay en el móvil. debe quedar claro cuando adquieren su primer teléfono, que a ciertas edades los padres pueden y deben tener acceso a él y poder ver con quién se comunican sus hijos, quienes son sus influencias y que comparten ellos en redes. Nosotras os proponemos un contrato:
https://aula2.com/wp-content/uploads/Contrato-de-uso-del-movil.pdf
5. Para esto nos pueden ayudar también las HERRAMIENTAS DE GOOGLE : Os presentamos las aplicaciones que os pueden ayudar en esta tarea. Alguno pensará que es inútil porque ellos sabrán burlarlas pero la idea es usarlas cuando son pequeños y que nos ayuden a educarles y a que se mentalicen de que no van a tener carta blanca, que somos sus padres y vamos a actuar como tales superando las dificultades que nos plantea la tecnología. https://www.xataka.com/basics/google-family-link-que-como-configurarlo-para-usar-control-parental-android#:~:text=Family%20Link%20es%20una%20aplicaci%C3%B3n,m%C3%B3vil%20Android%20como%20su%20Chromebook.
En definitiva, la clave está, primero en darnos cuenta de la magnitud que han adquirido las redes en sus vidas (se comunican más a través del móvil que en persona), en acompañarles en este nuevo universo, hacerles sentir que no están solos, que al igual que estamos pendientes de su salud, su alimentación, sus actividades…estamos al tanto de su vida “social”, enseñarles estrategias y mostrar autoridad, que aunque es una palabra que hoy en día no está de moda, los adolescentes necesitan, les da seguridad, y no debemos olvidar que son edades en las que se establecen los valores, empiezan a tener sus propias opiniones y criterios, y los adultos debemos guiarles lo mejor que podamos.
Seamos peleones, sin dejarnos vencer fácilmente, asertivos a la hora de establecer las normas y creativos buscando soluciones.
Buenas prácticas en el uso de nuevas tecnologías |
El ejemplo: recordemos que no se educa con las palabras, se educa con las acciones Debemos intentar no usar el móvil como instrumento para “que se porten bien” o “no molesten” cuando son pequeños. Establecer normas claras sobre el tiempo de uso desde el momento en el que empiezan a usarlo. Transmitirles que es igual de importante lo que dicen o hacen en redes que en la vida real, para enseñarles la responsabilidad a la hora de comunicarse con los demás. Establecer normas sobre qué tipo de juegos o contenidos pueden utilizar. Establecer consecuencias cuando se dé un uso indebido, o empiecen los engaños, y cumplirlo! (ES LO MÁS DIFÍCIL) No utilizarlos como arma de premio o castigo, ya que se genera más atracción |