Los padres empiezan el curso con mucha ilusión de que sus hijos adquieran una formación lo más completa posible. Pero la Educación no solo es aprender a hacer cosas sino sobre todo, formar como personas y el camino no es tan fácil como apuntarlos a algo sino que necesitamos la educación con mayúsculas, la que les prepara para la vida. Entre todo lo que necesitan hoy destacamos la resistencia a la frustración: esa capacidad de aceptar que tus deseos no se cumplan y que facilita la convivencia porque supone ser tolerante con las decisiones de los demás y mejora la autoestima porque ayuda a aceptar nuestros errores y desde luego nos acerca a la felicidad porque pretender que se cumplan siempre nuestros deseos es la mejor receta para amargarte la vida. Si hoy os hablo de esto es porque con el comienzo de curso vemos muchas actitudes de hijos con muy baja tolerancia a la frustración y lo más preocupante es que en muchos de ellos, son los padres quienes lo provocan: esos que hacen un drama porque se acaben las vacaciones y su retoño tenga que madrugar y coger la villavesa, un problema de que les haya tocado este profesor, estos compañeros o este horario, que se acaba el mundo porque no hay plazas en la actividad que quería, o simplemente les permiten que el criterio para elegir sea que les apetece o no. De verdad que no exagero. Para estropearlo más, los padres son sus representantes y quienes se encargan de protestar o reclamar sus preferencias, haciéndolos, además de caprichosos, unos inútiles. Con esto consiguen que acaben teniendo problemas de convivencia y que en unos pocos añitos, cuando salgan a la vida real, se enteren de que les toca fastidiarse porque no tienen lo que desean. Así que, por favor, padres y madres, vamos a dejar el “ay pobrecico” y hacerlos más fuertes dándoles su dosis diaria de frustración, incluso cuando nos resulta fácil darles lo que quieren, seamos sinceros con ellos a la hora de corregir sus fallos y démosles autonomía para enfrentarse a sus problemas. Para eso los adultos tenemos mucho que mejorar pero ya dijo alguien que la educación de los hijos es una buena ocasión para mejorar como personas.
Olga Ibiricu