Estos tiempos grises por culpa de la pandemia del Covid 19 hacen que los adultos hablemos bastante de desmotivación pero para los estudiantes siempre ha sido uno de sus caballos de batalla. “Mi hijo no estudia porque está desmotivado””No me apetece estudiar, me cuesta mucho ponerme, los profesores no me motivan”. Ante esto, padres y profesores se sienten incapaces de ayudarles, ¿Qué hacemos? La desmotivación hacia el estudio es la punta de un iceberg y si no miramos lo que hay debajo, no vamos a poder ayudarles. Antes de nada, tenemos que analizar qué hay detrás de esa desmotivación hacia el estudio:
1. Aunque puede resultar paradójico: no todos los alumnos que están desmotivados para estudiar tienen un problema de motivación. A veces la desmotivación hacia el estudio es un síntoma más de un problema psicológico: épocas de tristeza, ansiedad por problemas de relación con sus iguales o los adultos, bullying o crisis personales, que se manifiestan de muy distintas manera: desde la apatía y la evitación hasta episodios de rebeldía propios de la adolescencia.
2. Baja autoestima. Estudiantes que sienten que no son capaces de enfrentarse con éxito a sus tareas y exámenes y acaban tirando la toalla. En ocasiones, pero no siempre, viene provocado por ciertas dificultades de aprendizaje. También son chicos o chicas débiles, inseguros, con un pobre concepto de sí mismos que les hace parecer desmotivados.
3. Poca resiliencia ante el fracaso escolar. Buenos estudiantes, con gran motivación hacia el estudio pero acostumbrados a tener buenas notas, que “tropiezan” con dificultades en alguna asignatura que no son capaces de superar, o de sacar las buenas notas a las que estaban acostumbrados y que les hunde el ánimo y…se desmotivan. Pero es un problema de desánimo, de debilidad ante las dificultades y no tanto de motivación. En el fondo hay también un problema de autoestima porque esta se basa en sus notas, que para ellos reflejan lo que son y lo que valen.
4. Chicos sin ganas de estudiar por falta de hábitos que les hace “pinchar” fácil. Muchos alumnos que se dicen desmotivados a estas edades suelen presentar malos hábitos de trabajo y ahí suele empezar el círculo vicioso de “no estudio porque no estoy motivado” que en el fondo se traduce en “como trabajo poco, cada vez me cuesta más ponerme y me voy desmotivando …al esfuerzo que supone estudiar”. En muchas ocasiones son casos que han pasado los cursos con notas aceptables sin tener que esforzarse y es cuando ha aumentado la dificultad, cuando han aparecido los problemas que ellos califican de desmotivación pero están más relacionados con los hábitos de trabajo. Su “batería” es como la de los coches, que se carga andando y si no se usa…se descarga.
5. Entre los casos más frecuentes está la falta de estímulo que sienten los adolescentes ante el estudio, algo que no les ocurría cuando eran más pequeños y no se planteaban el porqué ir a clase o estudiar pero ahora les supone un esfuerzo mayor al que no encuentran sentido, en una sociedad donde, desde su inexperiencia, creen que hay tantas oportunidades con poco esfuerzo.
6. Hay casos más graves provocados por la falta de motivación hacia el estudio, que les lleva no solo a trabajar poco, sino a rechazar el estudio del todo. Falta de interés por todo lo que sea aprendizaje. NO QUIEREN ESTAR EN CLASE, NO QUIEREN ESTUDIAR, se engañan diciendo que prefieren trabajar pero con una actitud infantil, ideas falsas sobre la vida en general. Dan por hecho que la vida es fácil y el esfuerzo no existe. Los que creen que el estudio tiene que ser también fácil y divertido y como no lo es, se aburren y “dicen” que el estudio no les motiva.
7. También hay casos con buenos hábitos pero con falta de energía general. Chicos dóciles que no dan problemas en casa pero con poca fuerza y eso lo sufren en otras facetas de su vida (salir con amigos, actividades de ocio, deporte…) por lo que hay que activarlos en general ¡Necesitan motivación pero no para el estudio solo sino para la vida en general! Personas abúlicas que no encuentran interés en nada. Necesitan estimular su curiosidad, proporcionarle experiencias de aprendizaje interesantes hasta encontrar algo que les provoque.
8. También hay estudiantes con intereses distintos que no encajan en nuestro modelo de escuela, ni por los temas ni por los métodos. Desmotivados y con un claro rechazo hacia todo lo que tenga relación con el aprendizaje en el aula: No hay que confundirlos con infantilismo o falta de hábitos sino con personalidades más creativas y originales. El mundo no se va a adaptar a ellos y necesitan ser comprendidos y aprender a convivir a su manera. Muchas personas que luego han triunfado chocaron con sus profesores que les achacaban desmotivación. Es complicado y peligroso porque también ha habido muchos otros que nunca encontraron su camino y no triunfaron.
Ya vemos que cada caso es diferente y requiere de intervenciones diferentes. Lo primero es conocerlos y para eso es necesario escucharlos, hablar con ellos y, si se cierran, no agobiar, observarlos, y esperar el momento oportuno. Una vez que tengamos, más o menos, claro dónde puede estar el origen de su desmotivación hay que actuar con serenidad pero sin retrasar la intervención ante algo que puede tener mucha transcendencia.
- Cuando hay problemas psicológicos detrás es necesario afrontarlos y darles prioridad frente al rendimiento escolar. Necesitan sentirse escuchados y apoyados. Y en el caso del bullying, el centro escolar tiene que implicarse. Si nos supera el problema hay que buscar ayuda de un profesional de la psicología.
- La autoestima es fundamental en la vida escolar del alumno
- La falta de resiliencia requiere una acción educativa que les fortalezca. Para aprender a enfrentarse a las dificultades de la vida. https://aula2.com/resi-que-resiliencia-es-decir-capacidad-de-recuperarse-de-situaciones-dificiles/
- Adquirir buenos hábitos de estudio y autocontrol del propio aprendizaje les ayuda a mejorar el rendimiento y superar la desmotivación:
- Del 5 al 8: Necesitan una acción educativa que afronte la desmotivación: de sus padres, del orientador, del tutor que les haga ver el problema y sus posibles soluciones. Los adolescentes son complicados por su rebeldía lo que les hace rechazar cualquier planteamiento que venga de los adultos y por eso suele ser difícil la comunicación pero hay que buscar fórmulas que les ayuden a madurar, haciéndoles ver que depende de ellos y la importancia de lo que se juegan. Es necesaria una gran habilidad comunicativa que fomente el diálogo, sin pretender zanjar todo en una sola conversación, porque necesitan oír, hablar y pensar. Necesita plantearse sus propios objetivos: por qué y para qué estudia. Hay que conseguir movilizarle y para ello, no dárselo todo hecho, es decir, encargarle que sea él mismo quien busque información, ya que pretendemos que el adolescente reflexione sobre las metas, saber si las tiene, aunque no sea consciente, o si debe buscarlas. En este último caso, para ayudarle, le proponemos una serie de posibles metas a lograr, que piense si son las suyas o, en el caso de no tener ninguna, se las pueda proponer como propias:
- Tengo que estudiar para conseguir un trabajo el día de mañana.
- Quiero conseguir un Título .
- Quiero sacar buenas notas para poder acceder a determinados estudios o conseguir una beca
- Quiero sacar buenas notas para dar una alegría a mis padres.
- Tengo que sacar buenas notas para conseguir premios o evitar castigos.
- Necesito sacar buenas notas para quedar bien delante de los demás: padres, amigos, etc. Soy competitivo.
- Tengo que aprobar para no tener que hacer la recuperación.
- Sacar buenas notas me gusta, me siento bien.
- Quiero superarme y mejorar en el trabajo de cada día.
Sabemos que esto no es “magia”, que necesitan un proceso y, para ello, es importante que nos aseguremos de que el alumno:
- 1. Sea consciente de la importancia de la formación a la hora de poder elegir un futuro.
- 2. Conozca el peso de las notas en los distintos tramos educativos y las becas.
- 3. Valore la suerte de tener acceso a la formación y el esfuerzo que otros hacen para ello.
- 4. Desarrolle la curiosidad intelectual y aprenda a disfrutar aprendiendo, incluso con asignaturas que, a priori, no son sus preferidas.
- 5. Sea consciente de la posibilidad de aportar algo a la sociedad.
- 6. Desarrolle una competitividad sana, que motive a la mejora personal.
– Metas en negativo: Éstas también motivan. Cuando, a pesar de tener claras las metas a conseguir, éstas no tienen fuerza para propiciar el esfuerzo, se puede probar con otras formas que, a priori, pueden parecer poco educativas pero, en la práctica, funcionan (que es lo que se busca): ¿qué puede pasar si … no consigo lo que me he propuesto? Ser consciente de que conseguir ese objetivo no es tan fácil, que hay posibilidades de fracasar, visualizar ese futuro que no queremos, etc. genera un miedo ante ese fracaso que puede ser más motivante, siempre y cuando le movilice y no le paralice.
Con todas estas herramientas, los adultos podemos enfrentarnos a los problemas de desmotivación de nuestros adolescentes y ayudarles a superarlos.