El desayuno es la comida más importante del día y más aún para aquellos que están creciendo. Sin embargo, se calcula que un 30% de los niños va al colegio sin desayunar. La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) avisa de que ir a clase sin haber desayunado favorece la obesidad infantil y afecta al rendimiento escolar. Esto último se produce porque muchos estudios epidemiológicos reconocen el papel protector de algunos alimentos en el desarrollo cerebral. Está demostrado que los niños que toman un desayuno saludable sacan mejores notas, tienen una actitud más positiva y una mejor condición física.
Es recomendable que los niños tomen un desayuno equilibrado para enfrentarse a las demandas intelectuales de la educación escolar. Padres, colegios e instituciones públicas deben asumir la responsabilidad acerca del consumo del desayuno saludable en escolares.
La omisión del desayuno presenta unos efectos adversos sobre la función cognitiva, sobre todo en lo concerniente al restablecimiento de la rapidez de información a la hora de memorizar.
Por lo general, en un período de 24 horas, el espacio de tiempo en el que los niños carecen de un suplemento externo de energía y nutrientes se sitúa entre la cena y el desayuno de la mañana siguiente. La actividad cerebral durante el sueño es poco marcada (lenta), excepto durante los períodos de los movimientos rápidos de los ojos. Los mecanismos regulatorios corporales se encargan de asignar un continuo suplemento de combustible endógeno (glucosa) para el mantenimiento del metabolismo cerebral. Cuando el ayuno se prolonga con la omisión del desayuno, el descenso gradual de los niveles de insulina y glucosa -entre otros cambios metabólicos- puede originar una respuesta de fatiga que interfiera en los diferentes aspectos de la función cognitiva del niño (atención, memoria). Si este ayuno prolongado se produce con demasiada frecuencia, los cambios metabólicos antes citados serían a su vez frecuentes, lo que provocaría unos efectos acumulativos adversos en el organismo que pondrían en peligro el progreso escolar en los niños.
La Asociación Española de Pediatría (AEP) ofrece los siguientes consejos para inculcar el hábito de desayunar en nuestros hijos.
- Desayunar es un hábito que se aprende. Por tanto, se debe repetir de igual forma cada día, hasta que se convierta en algo que sencillamente es así. Lo mejor es empezar desde la más tierna infancia.
- Padres y cuidadores deben dar ejemplo. También deben realizar un buen desayuno y compartir la mesa con los niños.
- Dormir bien y las horas suficientes facilita el desayuno. No hay que ir al centro escolar sin haber dormido lo suficiente. Niños y adolescentes deben costarse a una hora prudente.
- Si es necesario, madrugar un poco más (basta con diez minutos) para realizar un buen desayuno.
- La primera comida del día solo requeriráunos 15 minutos y siempre mejor en compañía.
- No realizar cenas pesadas el día anterior, hará que se levantarán con más ganas de comer.
- Dejar las mochilas, ropa… preparadas la víspera puede ayudar a no ir con tanta prisa por la mañana.
- Si les cuesta hacer un desayuno completo, se puede empezar introduciendo alimentos poco a poco. Al principio un vaso de leche con cereales o galletas; o un batido de yogur y fruta; o pan con aceite y embutido; o una pieza de fruta; o incluso algún reto apetito de la cena del día anterior. Poco a poco, y sin prisas, iremos añadiendo nuevos alimentos. Otra forma de despertar el apetito infantil a horas tempranas es comenzar con líquidos (zumos, leche) y luego pasar a la comida sólida (bocaditos, cereales, piezas de fruta entera).